lunes, 31 de agosto de 2009

Se nos fue el verano con música


Tuve la oportunidad de ver todo lo que se preparaba para darle la despedida al Verano 2009. Me agradó saber que sería un cierre con la música de la Isla. No es que trate de que siempre la música esté, sino que me gusta ver que en cada momento importante se escuche esas pequeñas melodías, que como ha dicho Carlos Varela, nos ayudan a vivir.
Pues en esta ocasión la celebración fue por cuatro días en todo el país. Mientras, es muy esperado el concierto de David Blanco en la Escalinata de la Universidad de La Habana.
Quiero comentarles que el fin de semana Cuba tuvo una gran descarga de corazones y armonías. En la Tribuna Antiimperialista José Martí, la Charanga Habanera que dirige David Calzado, ofreció una velada inolvidable con temas como ese último que nos recuerda a aquella canción de los Fórmula V, Cuéntame.
Ellos, los músicos, han calificado de especial el cierre del verano. Georgia Aguirre, directora de Anacaona, le causó esa impresión el tocar el viernes en su barrio Alamar. «Estoy muy contenta de que estuviéramos en el parqueo de la Casa de Cultura. Allí, entre las canciones del muy sonado disco No lo puedo evitar, Georgia se complació de presentar en vivo títulos tan radiados como Ya no me llores.
«Estas han sido unas vacaciones con un calor fuera de lo común y los estudiantes “han cargado las pilas” para comenzar el curso escolar», asegura.
Rey Alonso, de la orquesta Pachito Alonso y los Kini Kini, afirma que julio y agosto han sido meses de contacto directo con los seguidores de la agrupación en la capital. También han aprovechado para darle algunos retoques a un álbum, que según él, dará mucho de qué hablar
«No lo hemos titulado todavía, pero será un fonograma muy variado, con reguetón, merengue, baladas… y del que ya presentamos los sencillos Pasarela y La curvita», señala el vocalista.
Ayer domingo en el Hola Ola, Los Kini Kini hicieron mover los pies a los habaneros. Desde la escena, Rey y los integrantes del grupo desearon muchas cosas buenas para este nuevo curso. A esto último se une Moisés Valle (Yumurí), quien estuvo el viernes en el anfiteatro de Marianao.
«A los jóvenes les digo que hay que prepararse, pues es necesario estudiar y cuidar la ortografía», declara el artista, recién llegado de una gira por Japón, donde compartió escena con Juan Luis Guerra y la 440 y La Orquesta de la Luz.
Yumurí puso «a guaracharrrrrrrr» a todos en la conocida pista de Marianao, con títulos de su fonograma Cubano, cubano. El músico, que no dejó de cantar Pegaíto a la tarima, Coge la botella y Cocodrilo de agua salá, exhorta a las nuevas generaciones a que en ese empeño de prepararse para el futuro, no olviden escuchar el son cubano.
En esta iniciativa de festejar el fin del verano se unieron instituciones como la Unión de Jóvenes Comunistas, el Ministerio de Cultura y el Instituto Cubano de la Música, entre otras.
La propuesta trató de abarcar la mayoría de los géneros musicales. De ahí que, junto al son, se disfrutara de la trova, la rumba y otros estilos muy populares.
Gerardo Alfonso, el All Star de la Rumba, Aguiri Yo, Gregorio Hernández Ríos (el Goyo) y Raúl Torres, figuraron en la extensa lista de músicos que se presentan en Ciudad de La Habana. En otros puntos del país aconteció lo mismo.
«Me parece una excelente oportunidad», subraya Raúl Torres. Con él coinciden todos. Para ellos este fue un buen momento para mostrar el trabajo discográfico más reciente, desear éxito en el período escolar que se avecina y disfrutar, una vez más, de la compañía de las personas que los siguen.
*Rey y Christian junto a su orquesta Pachito Alonso y los Kini Kini, estuvieron entre los músicos invitados a esta celebración.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Dayani Lozano: El pop cubano es original


Dayani Lozano es una de las cantantes cubanas que se mueven con éxito por las líneas del pop. Ella fue protagonista de la primera prueba para lanzar a una figura del género en Cuba, con el CD El alma no basta.
«Fue un suceso artístico, un intento genial de la EGREM. El álbum contenía baladas bien hechas, con buenos arreglos. Lastimosamente no tuvo toda la aceptación que queríamos. Era el tiempo del boom de la salsa y el público cubano deseaba consumirla única y exclusivamente», recuerda.
Nacida en 1973, Dayani tuvo como escuelas los grupos de jazz Éxodo y de pop Arkanar, luego llamado Luz Verde. Estudió Lengua Inglesa y ha sido la música su profesión, aunque asegura que sus conocimientos del idioma le han ayudado en su carrera artística.
—Hay quienes acusan al pop de frío, epidérmico, y que evade tratar problemas sociales. ¿Cómo valoras el fenómeno?
—Aquí tiene seguidores y, como los cubanos mismos, es muy original. No creo que estemos siendo copia de nadie. Hay muchas tendencias en el pop cubano. Me gusta lo que hace Isis Flores, es desinhibida y su propuesta es más cercana al rock and roll. David Blanco está más en la línea de lo Ricky Martin, aunque tiene su propia identidad. Considero que el propio Carlos Varela hace música pop. No hay una gente que hable más de lo que ocurre en la sociedad que Varela, y con un soporte melódico muy bien elaborado.
«Es cierto que cada género tiene sus normas. Tengo un amigo compositor que dice: Si vas a hacer hip hop, aunque sea en Cuba, hay determinadas reglas que tienes que cumplir, porque la gente tiene que identificarlo así. No obstante, puedes hablar de temas profundos, dolorosos. De hecho yo he tocado algunos como la violencia doméstica. Lógicamente hay determinadas estructuras líricas que sigo para ser coherente con la melodía que interpreto, y no llegar a ser tan rebuscada ni elitista».
—¿Cuánto deben limar los solistas para impactar con sus propuestas al exigente público cubano, como lo han logrado Moneda Dura y Buena Fe?
—Moneda Dura y Buena Fe son completamente diferentes. El primero tiene una propuesta actual que me encanta. En el caso del segundo no lo concentraría entre quienes ejecutan el pop, aunque su soporte musical tenga mucho que ver con el género. Para mí ellos siempre han sido trovadores, son más irreverentes, y sus textos más profundos.
«Los solistas tenemos una manera distinta de enfrentarnos al escenario, próxima a lo más comercial de la tendencia internacional. A algunas personas les cuesta un poco de trabajo digerirlo porque estamos acostumbrados a Silvio Rodríguez y Pablo Milanés. No defiendo un texto tan elaborado, aunque sí una melodía difícil de interpretar.
«Al mismo tiempo, algunos no están preparados para esta propuesta estética. La ven como algo superficial. Y simplemente es enriquecedor, pues no se trata solo de cantar, componer o velar por el modo como suena mi banda. Cuando ideo mi espectáculo, pienso en las luces, la ropa, la postura de los bailarines... Todo eso debe tener en cuenta un solista para poder llegar al público». —¿Cómo ves el desarrollo de la interpretación desde la perspectiva femenina en la Isla?
—En la música tradicional y en la popular están las más importantes. Las cantantes quieren apostar por otra propuesta, pero tampoco podemos exigirle que sean Ella Fitzgerald. Personalmente me interesa interpretar obras difíciles que me reten vocalmente, pero si mi voz no me acompañara, seguiría haciendo pop y haría cosas que fueran interesantes. Hay varios matices y cada cual sabe hasta dónde son sus posibilidades.
—¿Qué traerá la producción discográfica que preparas?
—Acrílico evidencia mi madurez para seleccionar temas y componer. Ahora estamos inmersos en la producción y hemos escogido a Juan Antonio Leyva para ello. Quiero ponerle fusión, pero debo ser cuidadosa para no perder el estilo.
«El tema que titula al disco fue compuesto por la joven instructora de arte Iranay Sánchez y por mí. Incluiré asimismo un sencillo de Jessi Suárez, un tremendísimo compositor que hay que escuchar. También habrá otros de Gisela Ruiz, más conocida por Ela. Uno de ellos es una mezcla de pop con rumba, y pienso invitar a X Alfonso para que lo grabe conmigo. Habrá otras creaciones mías como Fragilidad, un tema más acústico, donde estaré acompañada del piano. Habla de la artista cuando se cierra la puerta».
*Foto: Tomada de Prensa Latina.

lunes, 24 de agosto de 2009

Bandas de concierto: una tradición nacional

Marzo último fue un mes sorprendente. Recorrí la Isla de un tirón y en cuatro días. En ese viaje por carretera, donde Cuba se me presentó como el mejor de los paisajes, tuve también la anuencia de escuchar las bandas de concierto, tan citadinas, tan tradicionales.
En nuestra nación hay varios pueblos que conservan esa institución. La cuidan con celo y es en la glorieta u otro espacio del parque de cada ciudad, a donde han emigrado las partituras de grandes de la música como Bethoveen, Verdi o Lecuona. Es el domingo la cita. El día de las retretas.

Ahora la mayoría de las bandas están conformadas por noveles artistas, aunque que hay conjuntos donde sus integrantes peinan canas, porque la Banda de Conciertos ha sido «la agrupación musical» de muchos lugares de la nación. Centenaria en algunos casos, en otros con menos años a cuestas, es actualmente una realidad en 112 ciudades del país.

Su obra llega al público sin que medien discos compactos, dispositivos digitales o la radio y la televisión. Su impacto es más cercano.

En mi periplo por Cuba, tuve la oportunidad de llegarme a Santiago, la ciudad más caribeña y sonera de la Isla. Allí, en el histórico parque Céspedes un grupo de jóvenes tocaba el criollísimo Chan Chan. Lo hacían con frescura, para que lo escuchen además en Alto Cedro y en Marcané, como decía el carismático Compay Segundo en su famosa canción. El auditorio seguro piensa que los artistas han estudiado música toda la vida, pero no, la han aprendido en solo un año en la Escuela Provincial de Bandas, y este es su concierto de graduación.

Un padre mira a la orquesta y manifiesta: «Aquel de la batería es mi hijo Carlos Rafael». Vino desde Contramaestre para verlo. Quiso presenciar el cumplimiento del viejo sueño de su muchacho: seguirle los pasos a Giraldo Piloto y Samuel Formell.

Juan Carlos Rosario Molina sabe que su crío tiene mucho que estudiar todavía. Pero ahora siente orgullo cuando pone atención a sus ejecuciones. «Él tuvo que interrumpir los estudios de preuniversitario, que casi terminaba, para matricular en la Escuela de Bandas. Sé que su vocación es la música».

Profesor universitario y amante de la sonoridad nacional, Juan Carlos ve las bandas como un «proyecto de multiplicación cultural, porque le permite a Carlos Rafael estudiar, acompañar a otros solistas y tener una motivación constante».

Todavía con el impacto de ese primer concierto público en el rostro, Carlos Rafael Rosario afirma que escogió la batería porque siempre supo que allí estaba su vocación. Le agradan la música clásica y la popular. Piensa que en su pueblo gustará el repertorio montado.

Tiene 19 años y la cabeza llena de ideas sobre cómo la orquesta puede integrarse al panorama cultural de Contramaestre. «Podemos acompañar a solistas y agrupaciones. Yo mismo tengo aparte un grupo de rock. Creo que sería muy buena idea hacer cosas clásicas entre ambos», piensa en voz alta.

En Ciego de Ávila, mientras los chicos interpretan la Damisela encantadora de Lecuona, varias cosas me impresionan en el escenario. Algunas chicas tocan instrumentos no muy comunes entre las mujeres. Osmari Carmenate, una joven de 20 años del municipio de Ciro Redondo, trató de romper esos esquemas y se decidió por la trompa.

«Te confieso que no la conocía. Cuando llegué a la escuela, la vi y me gustó. Hay otra muchacha aquí que también la toca. En la calle, al inicio, la gente me preguntaba: “Chica, ¿y ese instrumento tan raro?”. Y yo enseguida les explicaba que es muy lindo. Le tengo mucho amor. Me gustaría seguir estudiándolo».

Otra de las «notas discordantes» en escena es Yanet Arango, quien lleva la percusión en la banda junto a dos jóvenes más. Ya cumplió los 22 años, pero desde chiquita le gustaron los tambores.

«Veía a la orquesta Anacaona y me agradaba cómo tocaban. Le pongo “bomba” a la percusión, como dicen los músicos. Cuando me gradué en el pueblo me recibieron muy bien. Me apoyaron. Creo que les gustó que de mis tambores saliera música clásica, boleros, danzones.

«La primera presentación, en el Parque Martí de Ciego de Ávila, la hice con mucho nerviosismo. Pero al final todo el mundo quedó emocionado. Era el concierto de graduación y había caído tremendo aguacero, pero salió bien.

«Ahora los domingos hacemos las retretas en mi municipio, Venezuela. Me siento satisfecha, aunque sé que debo perfeccionar lo que hago. En casa estudio de tres a cuatro horas diarias. Utilizo el práctico, un soporte que me permite ejercitar sin molestar».

Al dejar a estos muchachos, una sensación me sacudía: Las bandas están cambiando el panorama sonoro de muchos lugares. Eso me agrada, porque en mi niñez, en Camajuaní, solía irme al parque con mi tía Bella, para escuchar juntas la Banda del pueblo. Allí tocaba un primo mío. Mi querida tía, al terminar los artistas siempre se les acercaba para agradecer por la música.
Casi no conocíamos a los autores de aquellas piezas, pero era magnífico escucharlos los domingos, cerca de las seis de la tarde. Entonces, Bella siempre decía: «Ojalá el tren de Santa Clara no arruine la presentación». Y suspirábamos de tanta buena música.

sábado, 22 de agosto de 2009

El Benny no es un recuerdo

El Benny no es un recuerdo de la música de antaño: su genialidad lo convierte en un perpetuo contemporáneo al que los intérpretes y compositores de hoy deben acudir, trascendió en el coloquio que se desarrolló este viernes en el habanero hotel Saint John’s, a propósito del aniversario 90 del cantante.

Estudiar el pensamiento musical del Bárbaro del Ritmo es prioridad para quienes deseen sumergirse en la zona popular de nuestra sonoridad. José Reyes Fortún, destacado investigador de su obra, piensa que es esencial, sobre todo porque el Benny es «casi una figura mitológica»; el más universal de los intérpretes cubanos».

Pero para mirar al genial músico —señaló Reyes Fortún— no solo hay que hacerlo por su válida calidad vocal, sino por la extensión de su obra, que también abarcó la composición y la orquestación.

El evento tuvo como momentos especiales, paneles que develaron a Bartolomé Moré a través de las memorias de amigos, colaboradores cercanos y sus familiares.

Igualmente, hablaron el cineasta Jorge Luis Sánchez, quien dirigiera la cinta El Benny, y el actor que lo encarnó, Renny Arozarena. Los versos del poeta Roberto Fernández Retamar, leídos por Arozarena, nos devolvieron lo más trascendente de un Moré que nunca se ha ido, porque «esta voz vive más que su hombre».

viernes, 21 de agosto de 2009

El último trago será exquisito

Acabo de leerme un cable de la agencia española EFE sobre la cantante Concha Buika en un concierto este jueves en Nueva York. Recuerdo su estancia en La Habana para grabar junto al maestro Chucho Valdés un disco que dará mucho de qué hablar. En la ciudad norteamericana la cantante española no olvido cantar algunos de esos temas que hicieron «vibrar» el Teatro Auditórium Amadeo Roldán en abril cuando estuvo acompañada por el célebre pianista cubano. Lo cierto es que Valdés y Buika navegaron por un bulevar de sueños mutuos en abril último en La Habana. La cantante española y el músico cubano fundieron su talento en una empresa melódica que pronto dará mucho de qué hablar. Ambos revivieron aquella metáfora delcantautor Joaquín Sabina en Por el bulevar de los sueños rotos, cuando recreó el ambiente en el que Chavela Vargas ha interpretado sus canciones. El CD El último trago causará un «terremoto». «Era una utopía grabar con el maestro Chucho Valdés. También hay mucho de glamour en hacerlo en Cuba. Lo soñaba de lejos y por la magia de la vida ha sido posible», reveló Buika en la capital cubana. La vocalista creció en una barriada gitana de Palma de Mallorca. Conoció el flamenco antes que la música pop y la folclórica de la zona donde residía. Sus padres son originarios de Guinea Ecuatorial y se exiliaron en España, donde nació Concha. Buika (2005), Mi niña Lola (2006) y Niña de fuego (2008) son sus álbumes en solitario hasta la fecha. La posibilidad de hacer un fonograma con Chucho surgió en una cena entre amigos. Pero Buika no le vio futuro a la idea, «porque soy una niña de barrio y no me parecía real». Pero después de 11 horas de trabajo en los Estudios Abdala y un producto discográfico ya casi en las manos, la incredulidad cede. Tenemos una compatibilidad grande —se apresura a afirmar Chucho—, la de las raíces africanas y españolas. «Buika las lleva a la forma de cantar el flamenco ligado con la canción», señala el pianista, y comenta que en su caso las influencias vienen de la obra de Manuel de Falla (uno de los músicos españoles más importantes del sigloXX) y de los tambores batá, cuyos toques imita cuando suena su instrumento. El creador del emblemático grupo de música popular Irakere en El último trago demuestra versatilidad, corrió a cargo de los arreglos musicales y, según sus propias palabra, trató de tocar lo que siente. Lo ha hecho antes con volúmenes junto a Pablo Milanés, Charles Aznavour, Iván Lins, Pello el Afrokán y Diego El Cigala. Igualmente le ha sucedido cuando acompañó al Ballet y a la Orquesta Sinfónica de nuestro país. «Cuando eres un sastre —dice— debes cortar la ropa a la medida de la persona y lograr que quede a su gusto. El pianista-arreglista-acompañante tiene que adaptarse a ello. Es un trabajo difícil, aunque parece que ha salido bien, porque se van satisfechos». El nuevo álbum contiene 13 sencillos y en cuatro de los cortes puede disfrutarse del excepcional dúo: la voz flamenca de Buika y el arte de tocar el piano de Chucho. En el resto los sigue el cuarteto que desde hace diez años dirige Valdés: Lázaro Rivero (bajo), Juan Carlos Rojas (batería) y Yaroldy Abreu (congas). Soledad, Las ciudades, El andariego, Somos, Se me hizo fácil, Luz de luna, Un mundo raro y Cruz de olvido, tienen la facilidad de apuntarnos al corazón, de mostrarnos que la vida gira en torno a los buenos sentimientos. En las interpretaciones no hay tristeza y en la melodía afloran elementos de la música popular, eljazz y matices afro y del país ibérico. Los músicos se han unido en algunos encuentros en España y el disco debe estar a punto de salir —según su productor Javier Limón será el 20 de octubre, señala EFE—, bajo la firma de la casadiscográfica Warner y tendrá una presentación internacional. Mientras tanto le pregunté a ambos en La Habana: ¿Qué expectativa tienen con el CD?. Chucho está satisfecho. Concha solo apuesta «por el orden natural de las cosas, principalmente porque la música no me debe nada». A la espera queda lo que los mantuvo «inquietos» en Cuba hace algún tiempo. Le han hecho una reverencia a la nonagenaria Dama de poncho rojo. Han continuado el mito de reír y llorar como Chavela Vargas, y su último trago tendrá esa exquisitez.
*La foto es tomada del diario español El País.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Rock con sabor a Rice and Beans


He conocido a unos chicos increíbles. Tocan rock desde la adolescencia y le han hecho un monumento musical a los clásicos del género. En ellos una siente ese sabor cubano, aún cuando han tomado un camino melódico foráneo.
Se llaman Rice and Beans y ahora llegan con su primer disco The need to see (EGREM 2008). Varias de las canciones del álbum las mostraron el pasado sábado 15 de agosto en el sitio por excelencia del metal en estos tiempos, el Maxim Rock de La Habana.
Rice and Beans surgió en Cárdenas, Matanzas, en 1998. En su formación todavía se mantienen fundadores como el bajista Dennys Perdomo, el cantante Frank Batista y el baterista Rodim Delgado, quien además dirige el grupo. Se han sumado en un período de año y medio los guitarristas Jorge Montero e Ignacio Moreno.
Su música, catalogada por Frank, como «una onda cross over», reúne a varios estilos del metal, lo que significa que puedes escucharles «una canción fuerte con pespuntes suaves» y un largo etcétera.
La agrupación está marcada por otras que existieron en su ciudad natal en los años 90
. Sin embargo, la fortaleza la han encontrado en ampliar el espectro y «escuchar mucha música y estudiarla. Creemos que es la experiencia de tantos años la que nos ha fortalecido intelectualmente». El nombre del grupo que en español se traduce como: Arroz y frijoles, lo han tomado también por esa cubanía que se encierra en un plato del arte culinario nacional. Pero en realidad , como afirman estos chicos, es para decir igualmente: «Para nada estamos avergonzados, sino orgullosos de hacer rock and roll cubano. Aunque lo hagamos en inglés».
Sobre su primer CD, The Need to see, varios temas ya eran solicitados en el concierto que ofrecieron en el Parque Jhon Lennon de La Habana, cuando cerraron las jornadas de conciertos del Caimán Rock 2009.
Kuva, su «clásico», era aclamado por el público que recibía en ese momento el disco en concreto. Mas, ahora al darle un repaso completo al volumen, medito: en Rice and Beans encontramos un estilo propio de ver al género que defienden.

lunes, 17 de agosto de 2009

Una reverencia a El Benny


Aquella imagen televisiva de El Benny interpretando Te quedarás, es insustituible. Quizá el músico de Santa Isabel de las Lajas lo supo: en su voz la música cubana tomó otra dimensión, y el bolero, son o mambo, resultaron solo los matices e intenciones de su expresividad melódica.
«Benny Moré era la genialidad misma», afirman los que lo conocieron, mas imagino que su secreto más conocido era el de pensar la música desde dentro, sin academia, pero con esa intensidad tan suya para sacarla a flote.
El Bárbaro del Ritmo ha sido de esas personas que se resisten al paso del tiempo. Basta una nota de Cómo fue, Bonito y sabroso, o Mi amor fugaz, para que muchos reconozcan al intérprete. Estas líneas llevan el deseo de coincidencia con una época que no me tocó vivir. Aunque el Benny no sea la voz de mi generación o la referencia de sus textos no implique el nexo con una realidad más dada a la melodía comercial —menos acabada y en ocasiones disminuida en sus letras—, su calibre siempre es lo que más destaca dentro de lo genuinamente nacional.
Jorge Luis Sánchez lo recordaba con su película. El cineasta dijo en una entrevista publicada en el sitio web de Radio Habana Cuba, que revelando al cantor «mostraba contextos, los expresaba; armando en la conciencia del espectador la complejidad que para mí fue, y es, Benny Moré. Todo esto sin obviedad ni pose intelectual. Debía complejizarlo sin olvidarme de la sencillez, como pienso que fue».
De ahí que exista una resistencia casi mística, que no permite que sea olvidado. Es otro acto irreverente del señor del bastón y el sombrero, que cantó junto al célebre Conjunto Matamoros, Dámaso Pérez Prado, y luego creó su Jazz Band. El mismo que supo advertirnos que la música cubana tiene una exclusividad tremenda al utilizar elementos idiosincráticos, que envían al mundo un mensaje sonoro particular que gana adeptos desde el mismo momento en que se hace escuchar.
Un Bárbaro que no solo buscó el ritmo, sino al pueblo en sus textos y sus notas. Un insigne músico que según afirman los estudiosos, dejó constancia de su voz al grabar alrededor de 40 discos desde 1940 hasta 1963 —año en el que murió—, una cifra significativa para la época. Además, participó en 16 películas, 15 de ellas realizadas en México, y una coproducción entre la nación azteca y Cuba. Ese virtuoso Bartolomé Maximiliano Moré que —inquieto ante tanta premura por volver letra viva su lucidez—, puede complementar la colección particular de cualquiera, y creo que la incitación tropieza con la levedad con que algunos todavía se niegan a hurgar y ampliar sobre lo nuestro. Para la lucidez, tanto hoy como ayer, no existe resistencia. Este 24 de agosto sumarán 90 años del nacimiento del cantante. Desde inicios de 2009, la Promotora Musical
que lleva su nombre, el Instituto Cubano de la Música y otras instituciones, iniciaron una jornada de recordación que incluye actividades como la gran rumba que ofrecerán al músico varias agrupaciones en el Callejón de Hamel; la inauguración de una sala de concierto en el Edificio Focsa; el coloquio Benny Moré, genio de la popularidad, en el Hotel Saint John's; las presentaciones en el Teatro América y el Salón Rosado de la Tropical, y la apertura de la exposición de arte digital Hoy como ayer, del creador Santos Toledo, en la galería del Palacio de Gobierno, en La Habana Vieja.
Todas estas acciones son validas porque como ha dicho uno de sus biógrafos José Reyes Fortún, El benny ha quedado para siempre en el espectro musical cubano. «Es para la discografía cubana la frescura de un eterno contemporáneo». Y es realmente cierto, pues aquel intérprete que cantó más boleros que sones, dueño de un estilo único, marca también el ritmo musical de nuestros días.

viernes, 14 de agosto de 2009

Voz y sello de una institución: Coro Nacional de Cuba

La música coral en Cuba es una de esas zonas donde una encuentra un sinnúmero de agrupaciones. En 2007 tuve la posibilidad de irme a Santiago y disfrutar por siete días del Festival Internacional de Coros que tuvo en la Sala Dolores un sitio y en las voces de varios coros del país a sus protagonistas principales. Allí tuve mi primer contacto «en directo» con el Coro Nacional de Cuba, un grupo que se escurre entre lo clásico, la música popular y los spiritual tradicionales.

Esa institución se va acercando al medio siglo. Fue en 1960 cuando surgió como una de las agrupaciones cultoras de la música entre voces, de ahí que en sus interpretaciones también están desde la obra polifónica hasta la más contemporánea.

En su repertorio aparecen temas como La batalla de Jericó, My soul’s been anchored, El manisero, Babalú en La Habana Vieja y el Chan Chan. Figuran en sus interpretaciones destacados autores cubanos de la actualidad como Roberto Valera, Electo Silva, Frank Fernández y Adalberto Álvarez, de este último tienen en repertorio el título Dale como e, un excelente acierto del CNC, muy solicitado en sus actuaciones.

El CNC es dirigido desde 1975 por la maestra Digna Guerra, Premio Nacional de la Música. Entre sus filas todavía se asoma la voz Jaime Ponsoda, uno de los fundadores. Actualmente el grupo está compuesto también por jóvenes voces a los que se unen músicos consagrados hasta sumar 50 integrantes.

La institución coral se distingue en el extranjero por su sonoridad, que tiene un sabor muy cubano. Para festejar su medio siglo, el Festival Internacional Corhabana le rendirá tributo del 21 al 25 de abril de 2010.

martes, 11 de agosto de 2009

Palpando el rock de mi Isla


Los músicos limaron detalles cuatro veces en escena para la inminente presentación. En cada una de ellas el público los siguió y ese efecto de «atrapar», quizá desde la propia afinación de los instrumentos y las voces, les funcionó.

Rice and Beans tiene seguidores. Su música cerró el domingo último, en el Parque John Lennon, una maratónica jornada de conciertos, que tuvo su arrancada el jueves en el Maxim Rock de la capital, sitio que volvió a acoger a las bandas participantes, el viernes y el sábado.

Frente a la estatua de uno de los clásicos del género, el grupo matancero despidió cuatro largas noches en las que el estilo anduvo representado desde lo más «suave» hasta la música más dura.

El Caimán Rock sigue siendo uno de esos espacios para pulsar la variedad melódica existente entre las bandas nacionales, y que a veces pasa casi silenciosa en los medios, pero que sí se nota entre no pocos incondicionales de esta música.

Cuatro días de pulso underground

¿Existe un rock cubano?, es la pregunta constante en ese periplo que me tracé para estas veladas de puro metal. Yuri Ávila está segura de que lo hay. Ella dirige la Agencia Cubana de Rock (ACR) —con 13 agrupaciones en catálogo—, y cuando habla del desarrollo del género en la Isla, siempre insiste en que este ya tiene identidad propia.

«Como otras tendencias foráneas, al rock se le añade esa musicalidad del cubano, la que llevamos en la sangre», dice.

De ahí que estos días en los que me adentraba en el tema por medio de la jornada de conciertos Caimán Rock 2009, noté un aire descriptivo que ilustró sobre este tipo de música, más allá de lo que acontece en el escenario.

La pincelada roquera la conformaron dos exposiciones fotográficas: La frikanidad cubana y Un fantasma recorre Cuba, del artista vasco Josu Trueba Leiva que, desde su lente, captó ese misticismo que envuelve a los encuentros de los músicos y sus seguidores, pero también a los que disfrutan en solitario.

En la cuerda de los audiovisuales la mirada estuvo en la vertiente internacional con varios materiales sobre las distintas tendencias del estilo. Mientras, del patio se exhibieron videoclips y documentales como el facturado por la Fundación Lugwid a la banda Zeus.

Rock en espiral

Rompieron el hielo de la jornada de conciertos las bandas Magnum, Magical Beat y Anima Mundi, todas de Ciudad de La Habana. A ellas le siguieron los capitalinos de Estigma DC y Combat Noise, Blinder (Villa Clara), Bouquet (Cienfuegos), Protesys (Las Tunas), Jeffrey Dahmer (Holguín), Hot Zone y Rice and Beans.

Camilo Manuel Pla, representante de Protesys, afirma que su agrupación se ganó la asistencia al evento gracias al trabajo realizado desde su creación en 2005 hasta la fecha.

«Un largo periplo por festivales ha dado a conocer al grupo, cuyo repertorio está centrado en lo cubano, para lo cual cantan en español», sostiene.

Jeffrey Dahmer fue otro de los que se estrenó en el Caimán Rock. Alexander Jorge, su director, asegura que mostraron una agrupación que se mueve en la parte más extrema del rock.

«Utilizamos la fantasía en nuestra música, una tendencia sobre el terror que se ve también en el cine y la literatura. En los conciertos siempre decimos que esta parte negativa del ser humano debe ser exteriorizada de una manera tan positiva como la música».

Creada en el 2003 y ya en el catálogo del Centro de la Música de Holguín, los muchachos de Jeffrey Dahmer opinan que hay quienes gustan de lo que hacen, al punto de que a su última presentación el mes pasado, en un parque de su ciudad, fue mucha gente, sobre todo curiosos. «Quizá porque tenemos mucha rítmica», comenta Alexander.

Las noches musicales del Caimán Rock ofrecieron disímiles tendencias existentes en la escena nacional. Primó en ellas una sucesión cronológica, en la que descollaron desde las bandas más suaves hasta las de un sonido más estridente. Solo la melodía se esparcía entre una multitud, siempre en ascenso.

El epicentro de un género

Esta edición del Caimán Rock —evento organizado por la Asociación Hermanos Saíz y apoyado por la ACR—, se pensó como una serie de conciertos, donde 12 bandas jóvenes sonaron en el Maxim Rock, en reconocimiento a la labor que han desempeñado en los últimos dos años en festivales de la AHS.

«Tenemos varios eventos que promueven a estos artistas y contribuyen al desarrollo del rock en todo el país. Allí participan los grupos noveles», explica a JR Lázaro Castillo, vicepresidente de la organización.

El dirigente subraya que en el Maxim Rock actúan una vez por mes agrupaciones de las distintas provincias. Asimismo Castillo apunta que se necesita un número mayor de espacios, «sobre todo en las plazas, y en ello trabajamos».

El rock cubano vive un buen momento. La afirmación no trata de agregar «azúcar» al panorama, pues Yuri Ávila asegura que con el Maxim Rock se ha dado un paso gigantesco en las presentaciones en la ciudad.

«Allí semanalmente existe una programación muy variada en cuanto a maneras de tocar. Pero como Agencia, cuyo objetivo es promocionar a las bandas del país, se nos hace muy difícil insertar nuestros grupos fuera de aquí. Algunos, con un corte más alternativo, logran con mucho esfuerzo colocarse en otros lugares».

La gira Rock para mi Isla, primera de la ACR y realizada hace más de un mes, hizo que nueve grupos recorrieran la nación. Mas, Yuri dice que todavía hay lagunas que superar como las de lograr una amplia presencia en los medios y en la discografía. «Estamos proyectándonos en ese sentido», expresa.

Mientras, el Caimán Rock nos deja con el sabor de continuar escuchando un género que aún se mueve en lo underground en muchos casos y en otros navega con mejor suerte, pero que también ha encontrado una brecha en la sonoridad cubana.

*En la foto la banda Blinder, de Santa Clara. Imagen tomada por Calixtín N. Llanes.

lunes, 10 de agosto de 2009

Ogguere ciento por ciento original


Ellos hacen rap cubano. Buscan ponerle ingredientes nacionales a su labor, y así se sirven de la percusión y de otros elementos endémicos del patio. Toman ideas y acordes de géneros como el bolero, la rumba, el mambo y un largo etcétera. Se nombran Ogguere y son muchachos que proponen su música desde otra perspectiva.

Con el disco Llena de amor el mambo (Asere Producciones), el grupo obtuvo el Premio Cubadisco 2008 en el apartado de hip hop-rap-reguetón, que, al decir de Edrey Riveri Carbonell, su director, representa el reconocimiento a la labor de la agrupación, creada hace cinco años.

Riveri afirma que Llena de amor... «es un álbum muy interesante. Contamos con la participación de artistas como Mayra Caridad Valdés, Roberto Hernández —Robertón, cantante de los Van Van—, Haydée Milanés, Diana Fuentes, Ruy Adrián López Nussa, Abel Calderón y Yulién Oviedo, entre otros».

—¿Cómo surge Ogguere?

—La idea de hacer el grupo nació en 1996, pero bajo el nombre de Cien por ciento original. Yo venía del proyecto Amenaza, antesala de Orisha. Siempre sentí interés por cultivar el rap, que era un movimiento nuevo, y tenía que ver conmigo por la manera más rítmica de decir los textos.

«Con el nombre de Cien por ciento original hicimos varios números como el que concebimos con la orquesta Aragón, perteneciente al disco Aragón en ruta, álbum que obtuvo una nominación al Grammy de Estados Unidos. Pretendimos, desde nuestros inicios, hacer un trabajo fusionado con nuestra música ya que en aquel tiempo los raperos captaban todos aquellos reflejos que venían de la música norteamericana.

«Sin embargo, necesitábamos un poco más. Y en el año 2002 decidimos crear Ogguere. Nos estrenamos con un tema que pegó mucho: Cómo está el yogurt, el cual formó parte de nuestro primer CD».

—¿Qué propuesta trae Ogguere que puede diferenciarlo de otros grupos de rap?

—Respeto la labor de las agrupaciones raperas que mantienen vivo el género. Las apoyo, porque además sigo el quehacer de cada músico que lleva una proposición seria al público. Ogguere busca su identidad en la propia diversidad de la música cubana. Y lo pueden ver en el chachachá grabado con la Aragón, que fue una obra exclusiva. Esa es la manera en que llevamos el rap. Y por suerte la gente lo disfruta.

—Quizá en esa misma cuerda estén algunas de sus propuestas recientes que sobrepasan el plano experimental, como sucedió con la Schola Cantorum Coralina...

—Las cosas que más me agradan de Ogguere son la forma multifacética de hacer rap y que somos muy abiertos. Ahora mismo, en el disco que estamos preparando, pensamos incluir boleros, baladas y rumba. Hacemos música popular y también conceptual. Por eso nos llamaron y nos pidieron que participáramos con la Coralina, pues habían montado dentro de una obra algunos parlamentos al estilo rap. Fue tremenda experiencia trabajar con una maestra tan reconocida como Alina Orraca. Me gustó hacerlo, aunque no pude asistir junto a ellos al certamen donde iban a presentarse.

«Recientemente la actriz española Beatriz Luego —la Lola de la serie Un paso adelante—, acaba de grabar varios coros de nosotros para su próximo disco. Pero también estamos en el séptimo arte, pues dos películas nos han incluido en sus bandas sonoras: una de Esteban Insausti, y otra de Ernesto Daranas».

—¿No les parece muy apresurada la cercanía de otro disco?

—Siempre tienes que ir preparando otras cosas. Llena de amor el mambo nos ha abierto muchas puertas aunque todavía no ha salido al mercado, algo que nos preocupa. A la nueva producción no le hemos escogido nombre, pero sí le haremos homenaje a Chano Pozo, y trataremos de involucrar más estilos cubanos dentro de nuestro trabajo.

*Ogguere en Cubadisco 2008. La foto es de franklin Reyes.

sábado, 8 de agosto de 2009

La alquimia de William Vivanco


William Vivanco es un cantante que se mueve en las diferentes «aguas» de la interpretación. El artista santiaguero le insufla a su voz una diversidad de matices, que brindan organicidad y riqueza a sus ejecuciones. Desde el recordado Cimarrón hasta los temas de su último CD La Isla milagrosa, Vivanco nos propone aguzar los oídos para recordarnos que, con guitarra de fondo, letra y creador tienen un compromiso indisoluble.
El cantante posee un gran desdoblamiento vocal, capacidad técnica fomentada desde su paso por el Coro Madrigalista, una de las agrupaciones corales más antiguas de Santiago de Cuba. Algo que el artista tampoco niega es el empirismo que hay en su música: «La guitarra prácticamente la aprendí en la calle. Soy un músico callejero», como comúnmente se dice».
Han nutrido igualmente al cantante su estancia en el dúo Willer, la experiencia adquirida en su carrera en solitario, y su trabajo con el proyecto Interactivo. «Con este último aprendí el rigor de los grandes escenarios. Robertico Carcassés es una persona modesta, tiene una gran facilidad para agrupar a los músicos, y logra que todos se sientan bien. Con Interactivo he podido improvisar y me ha aportado muchos conocimientos. Recién grabamos el tercer disco, del que saldrán cosas muy interesantes».
La búsqueda constante del sabor cubano ha devenido, para este cantor de 33 años, compromiso imprescindible con la música. «Componer una canción para mí es una alquimia. Lo asumí así hace un buen rato. Hay que tener una gran responsabilidad con ellas, porque me he dado cuenta de que es la profesión que puedo hacer, y me la tomo bien en serio».
El autor de Mejorana y Trovando afirma que los cubanos deben conocer profundamente nuestra música. «La gente también debe escuchar las melodías de las décadas del 20, 30, 40 y 50. Los jóvenes no las conocen, yo mismo empecé a oírlas hace poco tiempo.
«El changüí está en Guantánamo y estamos esperando a que otro Ray Cooder venga a descubrirlo. Las nuevas generaciones no tienen referencias, por-que no conocen a fondo la música nacional.
«Por eso pienso irme a Oriente, no puedo pasar mucho tiempo sin estar allí. Del changüí no entiendo nada y quiero aprenderlo. El bongó en ese género suena diferente al del son. Estoy terminando un tema de ese corte y quiero instruirme. Quiero seguir el camino de la investigación en la música cubana».
Esa necesidad de Vivanco de indagar sobre la melodía criolla emergió desde que comenzó a visitar otras naciones. «En esos viajes me doy cuenta de que nuestra música necesita más atención por parte de los artistas. «Los cubanos debemos defender más nuestra sonoridad, pues aquí se ha creado un sinnúmero de estilos que enriquecen la historia musical del planeta, como el pilón, son montuno, danzón, changüí, bolero y otros. Somos nosotros quienes tenemos el deber de cultivar la música, además de que lo hagan los brasileños o los europeos».
*En la foto Vivanco comparte escenario con sus coterráneos Eliades Acosta y Ernesto Rodríguez, ex integrante del dúo Postrova.

jueves, 6 de agosto de 2009

Obiní Bata


Descubrí a un grupo de mujeres que acompaña las canciones menos imaginadas, con la cadenciosa melodía salida de sus tambores, claves y chequeré. Desde Dos gardenias y Cómo yo te amé hasta el Canto a Obatalá, ellas interpretan boleros, sones y su especial rumba, para no dejar dudas de su habilidad en el arte de la percusión y que son conocedoras de las tradiciones africanas asentadas en la Isla.

Estas muchachas crearon Obiní Batá en 1993, en el seno del Conjunto Folclórico Nacional. Su propuesta es novedosa y con un matiz singular. En escena son seis artistas que dominan el Iyá, el Itótele y el Okónkolo, nombre de los tres tambores batá. A ello le unen la destreza en la danza y el canto folclóricos.

Eva Caridad Despaigne Trujillo, quien se ha encargado de guiar a la sui géneris agrupación, insiste en que no es nada nuevo que las mujeres hagan rumba, pues son fieles al legado de Rumba Morena y otros grupos femeninos que cultivan el género.

Eva me aclara que no es común que las mujeres «toquen tambores batá, instrumentos acompañantes de todos los cantos de la religión Yoruba, y que solo son tocados por los hombres, pues dentro de ese culto para nosotras está prohibido.

«Por el valor que le encontramos a los batá, su influencia en el desarrollo de la cultura nacional, y por la posibilidad que nos brinda de poder percutir a través de ellos, consideramos que es una superación tremenda como artistas tocarlos».

Para Eva Despaigne estos tambores tienen una función artística dentro de la propuesta de Obiní Batá. Ella afirma que en su propuesta se dieron a la tarea de llevar los batá «a la musicalidad, pero con sus toques autóctonos».

—La historia musical de la Isla contempla estos instrumentos con varios ejemplos.

—El cuarteto Las D’Aida los puso en su música. Merceditas Valdés y don Fernando Ortiz también los sacan a la luz con un pensamiento artístico. Así llegan a las nuevas generaciones. Porque pensamos que los «batá», esa «orquesta» de los tambores de la que hablaba Don Fernando, tiene gran importancia en la música popular.

«En el grupo somos las propias mujeres quienes los tocamos. Al principio tuvimos algunos problemas porque muchos no sabían deslindar lo religioso de lo cultural. Y cuesta un poco de trabajo que aún se entienda. Lo de nosotras es reflejar nuestro folclor, con un matiz cultural».

—¿Específicamente qué muestran de esas raíces en sus presentaciones?

—Nos movemos entre lo popular, la rumba y tomamos de la tradición nacional. Pensamos que sin estas cosas no fuéramos lo que somos, cubanos distinguidos en el mundo entero.

—¿Apelan a otros elementos para darle mayor armonía a su propuesta?

—Al principio la idea era solo con los tambores. Pero al perfeccionarse el trabajo abarcamos la mayoría de las gamas del folclor: congo, arará... En fin, todo lo que tuviéramos que tocar. Y hacer, además, rumba con güiro y chequeré.

—¿Quiénes integran Obiní Batá?

—Somos seis muchachas. Todas tocamos los tambores y bailamos. La mayoría nos graduamos del Instituto Superior Arte (ISA), en danza folclórica, o de la Escuela Nacional de Arte (ENA), en danza moderna. Es con esa preparación técnica que es posible lo que hacemos.

«Defiendo mucho el criterio de la producción artística. Se trata de traer las raíces y ponerlas sobre un escenario con todo el rigor del teatro y con toda la pericia que requiere una puesta en escena, para que sea más asequible al público».

—¿Dónde encuentran la cantera que continúa el proyecto Obiní Batá?

—Han pasado varias generaciones por aquí. De las fundadoras solo quedo yo. Realmente nos cuesta mucho encontrar quien toque, cante y baile. Donde mejor las encuentro es entre las estudiantes de danza porque se les imparte folclor. Me es difícil, porque si voy a las escuelas de música, no se enseña el batá con la profundidad necesaria. Si busco en canto, no interpretan con soltura la rumba o un canto religioso, ni bailan.

«Estoy tratando de conseguir una sede para preparar a las sucesoras en este trabajo. Pienso también realizar talleres vocacionales comunitarios de esta tradición. Lograrlo sería maravilloso».

Con palabras todo queda en el viento, solo al ver actuar a la agrupación Obiní Batá se creerían cada una de las anteriores oraciones. A ellas se les puede ver todos los viernes en la Asociación Yoruba de Cuba, siempre a las 9:00 de la noche; y los cuartos domingos de cada mes, en la Casa de la Trova de Luyanó, en La Habana.