sábado, 8 de agosto de 2009
La alquimia de William Vivanco
William Vivanco es un cantante que se mueve en las diferentes «aguas» de la interpretación. El artista santiaguero le insufla a su voz una diversidad de matices, que brindan organicidad y riqueza a sus ejecuciones. Desde el recordado Cimarrón hasta los temas de su último CD La Isla milagrosa, Vivanco nos propone aguzar los oídos para recordarnos que, con guitarra de fondo, letra y creador tienen un compromiso indisoluble.
El cantante posee un gran desdoblamiento vocal, capacidad técnica fomentada desde su paso por el Coro Madrigalista, una de las agrupaciones corales más antiguas de Santiago de Cuba. Algo que el artista tampoco niega es el empirismo que hay en su música: «La guitarra prácticamente la aprendí en la calle. Soy un músico callejero», como comúnmente se dice».
Han nutrido igualmente al cantante su estancia en el dúo Willer, la experiencia adquirida en su carrera en solitario, y su trabajo con el proyecto Interactivo. «Con este último aprendí el rigor de los grandes escenarios. Robertico Carcassés es una persona modesta, tiene una gran facilidad para agrupar a los músicos, y logra que todos se sientan bien. Con Interactivo he podido improvisar y me ha aportado muchos conocimientos. Recién grabamos el tercer disco, del que saldrán cosas muy interesantes».
La búsqueda constante del sabor cubano ha devenido, para este cantor de 33 años, compromiso imprescindible con la música. «Componer una canción para mí es una alquimia. Lo asumí así hace un buen rato. Hay que tener una gran responsabilidad con ellas, porque me he dado cuenta de que es la profesión que puedo hacer, y me la tomo bien en serio».
El autor de Mejorana y Trovando afirma que los cubanos deben conocer profundamente nuestra música. «La gente también debe escuchar las melodías de las décadas del 20, 30, 40 y 50. Los jóvenes no las conocen, yo mismo empecé a oírlas hace poco tiempo.
«El changüí está en Guantánamo y estamos esperando a que otro Ray Cooder venga a descubrirlo. Las nuevas generaciones no tienen referencias, por-que no conocen a fondo la música nacional.
«Por eso pienso irme a Oriente, no puedo pasar mucho tiempo sin estar allí. Del changüí no entiendo nada y quiero aprenderlo. El bongó en ese género suena diferente al del son. Estoy terminando un tema de ese corte y quiero instruirme. Quiero seguir el camino de la investigación en la música cubana».
Esa necesidad de Vivanco de indagar sobre la melodía criolla emergió desde que comenzó a visitar otras naciones. «En esos viajes me doy cuenta de que nuestra música necesita más atención por parte de los artistas. «Los cubanos debemos defender más nuestra sonoridad, pues aquí se ha creado un sinnúmero de estilos que enriquecen la historia musical del planeta, como el pilón, son montuno, danzón, changüí, bolero y otros. Somos nosotros quienes tenemos el deber de cultivar la música, además de que lo hagan los brasileños o los europeos».
*En la foto Vivanco comparte escenario con sus coterráneos Eliades Acosta y Ernesto Rodríguez, ex integrante del dúo Postrova.
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