Descubrí a un grupo de mujeres que acompaña las canciones menos imaginadas, con la cadenciosa melodía salida de sus tambores, claves y chequeré. Desde Dos gardenias y Cómo yo te amé hasta el Canto a Obatalá, ellas interpretan boleros, sones y su especial rumba, para no dejar dudas de su habilidad en el arte de la percusión y que son conocedoras de las tradiciones africanas asentadas en la Isla.
Estas muchachas crearon Obiní Batá en 1993, en el seno del Conjunto Folclórico Nacional. Su propuesta es novedosa y con un matiz singular. En escena son seis artistas que dominan el Iyá, el Itótele y el Okónkolo, nombre de los tres tambores batá. A ello le unen la destreza en la danza y el canto folclóricos.
Eva Caridad Despaigne Trujillo, quien se ha encargado de guiar a la sui géneris agrupación, insiste en que no es nada nuevo que las mujeres hagan rumba, pues son fieles al legado de Rumba Morena y otros grupos femeninos que cultivan el género.Eva me aclara que no es común que las mujeres «toquen tambores batá, instrumentos acompañantes de todos los cantos de la religión Yoruba, y que solo son tocados por los hombres, pues dentro de ese culto para nosotras está prohibido.
«Por el valor que le encontramos a los batá, su influencia en el desarrollo de la cultura nacional, y por la posibilidad que nos brinda de poder percutir a través de ellos, consideramos que es una superación tremenda como artistas tocarlos».
Para Eva Despaigne estos tambores tienen una función artística dentro de la propuesta de Obiní Batá. Ella afirma que en su propuesta se dieron a la tarea de llevar los batá «a la musicalidad, pero con sus toques autóctonos».
—La historia musical de la Isla contempla estos instrumentos con varios ejemplos.
—El cuarteto Las D’Aida los puso en su música. Merceditas Valdés y don Fernando Ortiz también los sacan a la luz con un pensamiento artístico. Así llegan a las nuevas generaciones. Porque pensamos que los «batá», esa «orquesta» de los tambores de la que hablaba Don Fernando, tiene gran importancia en la música popular.
«En el grupo somos las propias mujeres quienes los tocamos. Al principio tuvimos algunos problemas porque muchos no sabían deslindar lo religioso de lo cultural. Y cuesta un poco de trabajo que aún se entienda. Lo de nosotras es reflejar nuestro folclor, con un matiz cultural».
—¿Específicamente qué muestran de esas raíces en sus presentaciones?
—Nos movemos entre lo popular, la rumba y tomamos de la tradición nacional. Pensamos que sin estas cosas no fuéramos lo que somos, cubanos distinguidos en el mundo entero.
—¿Apelan a otros elementos para darle mayor armonía a su propuesta?
—Al principio la idea era solo con los tambores. Pero al perfeccionarse el trabajo abarcamos la mayoría de las gamas del folclor: congo, arará... En fin, todo lo que tuviéramos que tocar. Y hacer, además, rumba con güiro y chequeré.
—¿Quiénes integran Obiní Batá?
—Somos seis muchachas. Todas tocamos los tambores y bailamos. La mayoría nos graduamos del Instituto Superior Arte (ISA), en danza folclórica, o de la Escuela Nacional de Arte (ENA), en danza moderna. Es con esa preparación técnica que es posible lo que hacemos.
«Defiendo mucho el criterio de la producción artística. Se trata de traer las raíces y ponerlas sobre un escenario con todo el rigor del teatro y con toda la pericia que requiere una puesta en escena, para que sea más asequible al público».
—¿Dónde encuentran la cantera que continúa el proyecto Obiní Batá?
—Han pasado varias generaciones por aquí. De las fundadoras solo quedo yo. Realmente nos cuesta mucho encontrar quien toque, cante y baile. Donde mejor las encuentro es entre las estudiantes de danza porque se les imparte folclor. Me es difícil, porque si voy a las escuelas de música, no se enseña el batá con la profundidad necesaria. Si busco en canto, no interpretan con soltura la rumba o un canto religioso, ni bailan.
«Estoy tratando de conseguir una sede para preparar a las sucesoras en este trabajo. Pienso también realizar talleres vocacionales comunitarios de esta tradición. Lograrlo sería maravilloso».
Con palabras todo queda en el viento, solo al ver actuar a la agrupación Obiní Batá se creerían cada una de las anteriores oraciones. A ellas se les puede ver todos los viernes en la Asociación Yoruba de Cuba, siempre a las 9:00 de la noche; y los cuartos domingos de cada mes, en la Casa de la Trova de Luyanó, en La Habana.
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