lunes, 28 de diciembre de 2009

Las cinco razones musicales para vivir 2010

"Porque la vida es una", recuerda Olga Tañón, y vivirla importa mucho. Si es con música, mejor. He ahí la primera, de unas cinco razones, para vivir intensamente cada minuto del año próximo. 
También está ese otro motivo por el cual acudimos a la melodía, para evocar recuerdos. Espero seguir escuchando a los que me digan que vale la pena seguir adelante y que música, como la cubana, te saquen de ese trance tan imperturbable que suele ser la rutina. 
Bienvenidas las canciones que nos dicen que "solo el amor engendra la maravilla" y que ese es un sentimiento tan fuerte que es capaz de derribar fronteras, como las de los colores y las creencias. 
Creo en lo que dicen los buenos temas, por eso pienso que la mayor satisfacción que me da este blog, es que ustedes estén en él, leeyéndolo, pensando que es la Música Cubana uno de los elementos imprescindibles en su vida
Y sobre todo, soy complice de toda esa empresa que muchos llevan dentro y que suele ser disfrutable cuando decidimos en algún momento del día, darnos el aliento desde el tocadisco, el MP3, las disman, o las reproductora.
Felicidades en 2010, éntrenle con música.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Van Vanéate

Nunca había visto tanta gente en un lugar tan chico. Era una extensa fila de personas a la entrada de un sitio musical de La Habana. Todos allí esperaban para rumbear y marcar el paso ante el yambú, guaguancó y columbia que hacía reverencia a Los Van Van.
La discográfica EGREM organizó la velada y fueron varios los grupos que se sumaron con un toque largo de tambor para la célebre orquesta cubana. Siempre me agrada la rumba, aunque para ser sincera no tuve esa cercanía con el ritmo en Las Tunas, la ciudad donde crecí. Por eso me emocionó ver a Yoruba Andabo interpretando ese tema de Silvio que tanto nos describe a los cubanos.
Con El necio y una carismástica improvisación, Yoruba hizo recordar que Los Van Van "vienen chapeando" desde siempre. Formell agradeció las canciones y el gesto de todos los presentes de hacer del cumpleaño una celebración tan especial.  "No es que sea rumbero, pero este ritmo me fascina", dijo.
Al homenaje se sumaron los matanceros de Columbia del Puerto -grupo que trabaja con Formell en la realización futura de un disco-, y el salsero Maykel Blanco.
Fue una noche grandiosa, donde Mayito Rivera vocalista de Van Van-  mostró sus dotes de cantante rumbero, se disfrutó de los humoristas "Gustavito" (Geonel Martín) y Teresa Pieto (Carmen Ruiz), y se exhibieron fragmentos del DVD de los Van Van Aquí el que baila gana.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Andar La Habana con bufanda y cartelera

Tuve unos días magníficos. Siempre es una suerte estar en La Habana a inicios de diciembre. La ciudad cambia. Se vuelve una gran pantalla con el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano. Esta vez les comento que mi "viaje al centro del cine" fue al convite musical que recreo el evento cinematográfico. Me marcaron los documentales dedicados a abordar la fase creativa de los músicos. 
Vi Las manos al piano, un material que retrató a Fito Páez cuando le daba vida a Rodolfo, su disco de 2007. También me emocionó otro material dedicado a Calle 13, los reguetoneros boricuas.Pude ver el documental de X Alfonso, un muchacho muy desenvuelto en la música y que se mueve con soltura y desenfado en los audiovisuales. 
Fue un placer para mí conocer a Robert Karft, un hombre que ha dedicado su vida darle coherencia musical a filmes de la compañía norteamericana Fox y que tiene a su haber las supervisiones melódicas de Titanic y Moulin Rouge, y la composición del tema Bajo el mar, del animado La Sirenita.
En fin, que si me preguntaran qué querrías repetir de los últimos días, como nos enuncia Silvio en una de sus canciones, diría que volvería a disfrutar de tanto buen arte contenido en la pantalla grande, y que fuera la música ese puente común del gran espectáculo audiovisual, es la mejor parte de toda la historia. Un abrazo a todos. 

viernes, 11 de diciembre de 2009

Haydée Milanés busca las notas reales


No cree en presagios que la aparten de la música. Una sola vida se le hace tan corta cuando se le antoja cantar y prefiere perderse «sin rumbo» por la melodía. Son sus frases. Las he tomado «prestadas» de Tú y yo, uno de los temas que ha popularizado Haydée Milanés.
En ellos ha tratado de decir que arte, romanticismo y vida van de la mano. Es que las notas musicales le han llegado de una manera natural. «Mi padre y algunos de mis hermanos son músicos», afirma, aunque asume que fue una decisión absolutamente propia la de dedicarse a esa profesión.
Hubo algunos zigzag en su camino, no obstante todas las rutas andadas le han servido en la actualidad. Estudió primero piano, luego dirección coral y finalmente se graduó de Teoría y Solfeo.
«Pero fue el canto lo que siempre estuvo presente en esa etapa de estudios. Ha sido lo que más he disfrutado, lo que menos trabajo me ha costado hacer, porque mi instrumento es la voz», asegura Haydée.
Confiesa que de niña se ponía a practicar con las letras escritas por su padre, aunque a ese «repertorio» le incluía temas de Michael Jackson, Stevie Wonder, Lionel Richie y Elis Regina.
Su infancia estuvo muy ligada al arte. Vivir ese momento fue sencillamente fascinante. «Se suponía que tenía que estar durmiendo cuando había descargas en casa, pero me quedaba escondida para ver a los mayores cómo cantaban y hablaban.
«Recuerdo la visita de El Guayabero, también la que nos hiciera a principios de los años 90, el Niño Rivera, un excelente tresero y arreglista. Él estaba muy viejito y escuchamos la música que hizo en su juventud». 
¿Cuánto de Pablo hay en ella?. Es mi primera pregunta, obvia y a la vez necesaria. Asegura que mucho. «Está a la hora de interpretar y de los gustos musicales. Tengo, supongo, cosas que he admirado de él como ser humano y que he querido conservar para mí».
De Cuba hay una buena dosis en lo que canta Haydée. Musicalmente está bastante influenciada de melodías de otras partes del mundo, «pero el sentimiento y los gustos son muy de aquí. Me agrada mi país. El Malecón de La Habana es un lugar que me gusta tener cerca», señala.
Escogió el jazz para iniciarse en su carrera. Quizá porque el género era, en su vida estudiantil, «la máxima aspiración de un artista —lo es incluso en el lenguaje de los músicos ahora. En la escuela no se imparte música popular, sin embargo el jazz es un estilo muy respetado por los músicos.
«Ernán López-Nussa fue una suerte para mí, porque estaba buscando ese tipo de trabajo para la voz. Hicimos en Brasil el disco From Havana to Río. Allí interpreté Isla, uno de los primeros temas importantes del grupo».
Sin embargo, Haydée quiso mostrar sus propias ideas. Deseaba básicamente hacer música y no dejar fuera de ese proyecto a la nueva trova, el pop, soul, funky y la música brasileña.
Componer es un asunto serio en su carrera. Es un viejo anhelo. Su primer álbum lo grabó con temas de Descemer Bueno y ahora que llega su tercero, llamado A la felicidadHaydée en Vivo es su segundo—, se arriesga.
Allí habla de situaciones cotidianas y de relaciones de pareja y familiares. Igualmente le canta al Malecón de La Habana, a la vida y, por supuesto, a la felicidad.
Su nuevo disco no es idílico, sino real: «Bastante creo. Está basado en el lado bonito, en el salvable. Lo produje yo misma y la disquera Bis Music lo licenciará».
El álbum tiene 11 sencillos, los cuales quiso promocionar en una gira nacional que emprendió del 10 al 29 de junio pasado. Ahora prepara cada detalle de la presentación del disco el próximo 23 de enero, en el Teatro Karl Marx. La velada contará con invitados de lujo como Pablo Milanés, Omara Portuondo, Robertón Hernández (vocalista de los Van Van), José Luis Cortés (El Tosco), David Blanco y el argentino Pedro Aznar.
«Me siento muy contenta del grupo que he podido reunir», subraya la cantante. El proceso de grabación le tomo dos años. Ese tiempo estuvo a tono con la disposición de Haydée de experimentar y explotar otros estilos.
Así sucede con uno de los track de A la felicidad, en el que integra un texto poético del brasileño Thiago de Melo hecho especialmente para el CD, titulado No me hables. Del mismo modo se auxilia en las letras de René Espí y David Blanco, dos artistas con estilos muy distintos.
«No quiero encasillarme, soy músico», insiste Haydée. De ahí que en otras ocasiones se haya conectado con la forma de expresar la melodía de Yusa, Robertico Carcassés y Kelvis Ochoa, entre otros.
«Formamos parte de un movimiento, del que nos podemos nutrir y aprender. Cada cual tiene su sello, sus ideas, pero en algunos momentos nos encontramos y nos aportamos cosas», apunta. 
En lo personal le es placentero cuando la gente siente cercano su repertorio. Le ha sucedido que el público le pide Tú y yo, Libélula y Tanto amar. Cantarlas le satisface. Va una parte suya en ellas porque, en definitiva, una buena canción para que llegue, debe ser absolutamente real. Y eso es precisamente su música.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Un ex Ketama con Cuba en el corazón


He descubierto a Antonio Carmona en un viaje a la provincia de Pinar del Río. Vino a Cuba para participar en el segundo concierto de Escuelas contra huracanes —celebrado en noviembre último en el teatro Karl Marx—, invitado por el cantante Raúl Paz. Al ex Ketama le agradó palpar en esta ocasión, el arraigo de los cubanos con su tierra. Le recordó de dónde viene. «Los gitanos somos así también».
Vino a cantar en un concierto que recaudó fondos para reparar las escuelas afectadas por el paso de los ciclones de 2008. Cuba le ha inspirado tanto a Antonio que ya ha completado las letras de su próximo disco. «Estoy escribiendo aquí. Me he ido a la calle. Me he tomado un mojito y me he parado en una esquina para ver lo que pasa en La Habana».
Todavía se preguntaba al terminar el concierto del Karl Marx, cómo se iba de la Mayor de las Antillas, si su sueño —desde pequeño—, era, «más que abogado o músico, ser cubano». 
Tanto habla de nosotros que va a ser difícil que nos excluya de sus planes futuros. «Siempre los tengo presente. Es bueno venir acá y refrescarse musicalmente. Me voy mucho más humano de ver el compañerismo que hay, a pesar del paso de los huracanes, y sobre todo, del trato de ustedes».
No estamos lokos pegó aquí en la pasada década. Son tantos los secretos de ese número, de cuando eran Ketama y no Antonio Carmona de un lado, y Juan Carmona y José Miguel Carmona de otro.
«Hemos grabado ese tema tantas veces. Está metido en el disco De akí a Ketama (1995). Lo fusionamos con raíces africanas y latinas, y con el jazz y el flamenco.
«Fue un himno muy grande en España, en muchos sitios del mundo, y, por supuesto, en Cuba. Era una frase para vindicar el flamenco, pues en aquella época nos costaba mucho hacer nuestra música. La gente no la entendía.
«Al flamenco que le pusimos batería, bajo, congas y otros instrumentos que no eran convencionales para el género. Las personas decían: “cuidado”, “¿qué es esto?”.
«Era definitivamente una rama del género. No en su matiz más ortodoxo, pero sí una forma de hacerlo mucho más abierto e internacional». 
Antonio es gitano. De ahí le viene su acento al hablar, su manera de ver la vida y la música. Serlo significa para él llevar a la melodía una cultura milenaria. «Mi pueblo tiene mucha riqueza en lo musical y en lo humano», asegura.
Ketama cambió la forma de interpretar el flamenco con su manera particular de tocarlo. Antonio debe añorar todo ese tiempo donde la creación era colectiva. A él le gusta explicar cada detalle e, indiscutiblemente, no hubiera habido Ketama sin su historia familiar.
Prefiere decir que esa pequeña «revolución» empezó desde casa. «Pertenezco a una familia de guitarristas. A nosotros nos apodan los Habichuela por mi padre, mi abuelo y mi bisabuelo. Ellos hacían flamenco. Mi papá viajó por todas partes del mundo y empezó a traer discos de grandes como Rolando Laserie, Ismael Rivera y Benny Moré.
«Me empezó a motivar. Mi primera canción fue una sevillana que inicia así: “Linda tierra Cuba, te canto yo”. Hace más de 12 años abrí así el concierto que ofrecí —como parte del grupo Ketama— en el teatro Karl Marx. El público hizo una gran ovación y fue impresionante».
Vengo venenoso es su primer paso fonográfico desde que en 2004 se separa los Ketama. Le tomó un año encaminarlo en los estudios, y mostrárselo al público.
«Es un disco autobiográfico. En él le canto a mi gente, a mi padre, mi madre, y a todas las personas que me rodean. No tengo que mirar mucho más allá para sacar canciones y para ver lo bonita que son mis niñas, que son muy rubias y les corre la sangre gitana».
De eso se trata el camino que ha emprendido en solitario Antonio Carmona, de hacerlo su manera. «Después de casi 23 años de estar con Ketama, decido hacer este disco. Todas las canciones son mías. En una de ellas hablo de la emigración de África hacia Europa, un tema muy fuerte. Crecí en un sitio donde arribaban esas embarcaciones, y es un drama porque algunos de esos barcos no llegan al puerto»
Le va bien ahora al cantante, pero siempre ronda la pregunta: ¿Se reunirá Ketama? Antonio piensa que sí.
«A lo mejor más calvos, más viejos, pero sí, en el futuro nos veremos nuevamente Juan, José y yo. Ahora cada uno tiene su carrera, pero creo que Ketama es un estandarte que nunca va a morir». Confío en la profecía de Antonio, también en su nueva empresa.