martes, 11 de agosto de 2009

Palpando el rock de mi Isla


Los músicos limaron detalles cuatro veces en escena para la inminente presentación. En cada una de ellas el público los siguió y ese efecto de «atrapar», quizá desde la propia afinación de los instrumentos y las voces, les funcionó.

Rice and Beans tiene seguidores. Su música cerró el domingo último, en el Parque John Lennon, una maratónica jornada de conciertos, que tuvo su arrancada el jueves en el Maxim Rock de la capital, sitio que volvió a acoger a las bandas participantes, el viernes y el sábado.

Frente a la estatua de uno de los clásicos del género, el grupo matancero despidió cuatro largas noches en las que el estilo anduvo representado desde lo más «suave» hasta la música más dura.

El Caimán Rock sigue siendo uno de esos espacios para pulsar la variedad melódica existente entre las bandas nacionales, y que a veces pasa casi silenciosa en los medios, pero que sí se nota entre no pocos incondicionales de esta música.

Cuatro días de pulso underground

¿Existe un rock cubano?, es la pregunta constante en ese periplo que me tracé para estas veladas de puro metal. Yuri Ávila está segura de que lo hay. Ella dirige la Agencia Cubana de Rock (ACR) —con 13 agrupaciones en catálogo—, y cuando habla del desarrollo del género en la Isla, siempre insiste en que este ya tiene identidad propia.

«Como otras tendencias foráneas, al rock se le añade esa musicalidad del cubano, la que llevamos en la sangre», dice.

De ahí que estos días en los que me adentraba en el tema por medio de la jornada de conciertos Caimán Rock 2009, noté un aire descriptivo que ilustró sobre este tipo de música, más allá de lo que acontece en el escenario.

La pincelada roquera la conformaron dos exposiciones fotográficas: La frikanidad cubana y Un fantasma recorre Cuba, del artista vasco Josu Trueba Leiva que, desde su lente, captó ese misticismo que envuelve a los encuentros de los músicos y sus seguidores, pero también a los que disfrutan en solitario.

En la cuerda de los audiovisuales la mirada estuvo en la vertiente internacional con varios materiales sobre las distintas tendencias del estilo. Mientras, del patio se exhibieron videoclips y documentales como el facturado por la Fundación Lugwid a la banda Zeus.

Rock en espiral

Rompieron el hielo de la jornada de conciertos las bandas Magnum, Magical Beat y Anima Mundi, todas de Ciudad de La Habana. A ellas le siguieron los capitalinos de Estigma DC y Combat Noise, Blinder (Villa Clara), Bouquet (Cienfuegos), Protesys (Las Tunas), Jeffrey Dahmer (Holguín), Hot Zone y Rice and Beans.

Camilo Manuel Pla, representante de Protesys, afirma que su agrupación se ganó la asistencia al evento gracias al trabajo realizado desde su creación en 2005 hasta la fecha.

«Un largo periplo por festivales ha dado a conocer al grupo, cuyo repertorio está centrado en lo cubano, para lo cual cantan en español», sostiene.

Jeffrey Dahmer fue otro de los que se estrenó en el Caimán Rock. Alexander Jorge, su director, asegura que mostraron una agrupación que se mueve en la parte más extrema del rock.

«Utilizamos la fantasía en nuestra música, una tendencia sobre el terror que se ve también en el cine y la literatura. En los conciertos siempre decimos que esta parte negativa del ser humano debe ser exteriorizada de una manera tan positiva como la música».

Creada en el 2003 y ya en el catálogo del Centro de la Música de Holguín, los muchachos de Jeffrey Dahmer opinan que hay quienes gustan de lo que hacen, al punto de que a su última presentación el mes pasado, en un parque de su ciudad, fue mucha gente, sobre todo curiosos. «Quizá porque tenemos mucha rítmica», comenta Alexander.

Las noches musicales del Caimán Rock ofrecieron disímiles tendencias existentes en la escena nacional. Primó en ellas una sucesión cronológica, en la que descollaron desde las bandas más suaves hasta las de un sonido más estridente. Solo la melodía se esparcía entre una multitud, siempre en ascenso.

El epicentro de un género

Esta edición del Caimán Rock —evento organizado por la Asociación Hermanos Saíz y apoyado por la ACR—, se pensó como una serie de conciertos, donde 12 bandas jóvenes sonaron en el Maxim Rock, en reconocimiento a la labor que han desempeñado en los últimos dos años en festivales de la AHS.

«Tenemos varios eventos que promueven a estos artistas y contribuyen al desarrollo del rock en todo el país. Allí participan los grupos noveles», explica a JR Lázaro Castillo, vicepresidente de la organización.

El dirigente subraya que en el Maxim Rock actúan una vez por mes agrupaciones de las distintas provincias. Asimismo Castillo apunta que se necesita un número mayor de espacios, «sobre todo en las plazas, y en ello trabajamos».

El rock cubano vive un buen momento. La afirmación no trata de agregar «azúcar» al panorama, pues Yuri Ávila asegura que con el Maxim Rock se ha dado un paso gigantesco en las presentaciones en la ciudad.

«Allí semanalmente existe una programación muy variada en cuanto a maneras de tocar. Pero como Agencia, cuyo objetivo es promocionar a las bandas del país, se nos hace muy difícil insertar nuestros grupos fuera de aquí. Algunos, con un corte más alternativo, logran con mucho esfuerzo colocarse en otros lugares».

La gira Rock para mi Isla, primera de la ACR y realizada hace más de un mes, hizo que nueve grupos recorrieran la nación. Mas, Yuri dice que todavía hay lagunas que superar como las de lograr una amplia presencia en los medios y en la discografía. «Estamos proyectándonos en ese sentido», expresa.

Mientras, el Caimán Rock nos deja con el sabor de continuar escuchando un género que aún se mueve en lo underground en muchos casos y en otros navega con mejor suerte, pero que también ha encontrado una brecha en la sonoridad cubana.

*En la foto la banda Blinder, de Santa Clara. Imagen tomada por Calixtín N. Llanes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario