Estuve alejada unos días. Pero tengo que contarles mis impresiones sobre Café Tacvba, el grupo que incluyó a
La banda vino el pasado martes a la Isla con su música peculiar y dedicó un sonado concierto en la Tribuna Antiimperialista José Martí, a los 50 años de la Revolución Cubana.
En ese histórico lugar, rodeado de cientos de seguidores nacionales y extranjeros, el grupo integrado por Rubén, Kike, Joselo y Meme, hizo un repaso por las canciones que han interpretado desde 1989 hasta la fecha.
La agrupación había preparado su reencuentro con ese público que conocieron aquí en 1997, ocasión en la que actuaron en el Parque Almendares. Igualmente se alistaron para ampliar la red de amigos que disfrutan de sus letras en la Isla.
Con los sabores de dos bebidas fuertes —café y tequila—, y sin que se debilite alguna de ellas al unirlas, el grupo armonizó la escena durante casi dos horas y media. Allí se «colaron» temas que constituyen clásicos dentro de su repertorio como Eres, Chilanga banda e Ingrata.
Sin apartarse de las raíces aztecas y versionando a autores como el dominicano Juan Luis Guerra o el argentino Leo Dan, los muchachos de Tacvba recordaron un Ojalá que llueva café llevado al clásico zapateo mexicano, y un Cómo te extraño mi amor, apegado al pop.
Fue el Café Tacvba de siempre. En ellos se respiró esa vertiente alternativa del género. Su música —como dijeron en la conferencia de prensa a propósito de su presentación en nuestro país—, está influenciada por las corrientes sonoras que llegaron a México procedentes de todas partes del continente, y por supuesto, de Cuba.
«La música latina en un gran porcentaje se debe a la sonoridad cubana. Es increíble la manera en que esta última ha llegado a nuestras vidas. Para nosotros ha sido muy emocionante experimentar todo eso que escuchamos de niños: bolero, cha cha chá, mambo...», dicen.
No son tan dados a explicar lo que hacen. Prefieren que hable por ellos la melodía y las letras de sus canciones.
En los inicios muchos pensaban que eran localistas por reflejar las inquietudes y problemas que pasaban en la Ciudad de México.
Al ver que por medio de las grabaciones discográficas, públicos en distintas ciudades vivían sensaciones similares, entendieron que la música puede ser un vehículo de acercamiento entre los individuos.
Pero sus integrantes no quieren darle mucho vuelo conceptual al asunto. Es más sencillo, se trata de cuatro personas que tienen mucho que decir y «si hay alguien más allá que recibe y que piensa que esta música se les convierte en una vivencia personal, pues es algo muy valioso».
Varios discos se suman a este empeño: Café Tacvba (1992), Revés/ Yo soy (1999), Tiempo transcurrido (2001), Cuatro caminos (2003) y Sino (2007), entre otros. En ellos han tenido la posibilidad de desarrollar diferentes intereses, desde lo experimental hasta lo más clásico dentro del estilo que defienden.
En un principio mezclaban el rock que les gustaba con la música latina y de su país de origen. Poco a poco el grupo fue viajando, vivieron otras experiencias y se integraron nuevas armonías.
«Llegamos a una abstracción en el CD Revés/ Yo soy, un álbum instrumental donde rompimos la alineación del grupo y nos reinventamos», señalan.
La década de 1990, época dorada del rock latino, suele ser un período evocado por los Tacvba. «Había un movimiento roquero muy difícil de catalogar. Era una escena muy interesante. La añoramos precisamente por eso, porque había gente haciendo cosas diferentes», apuntan.
Ahora —manifiestan— vemos las bandas mucho más esteriotipadas y, desgraciadamente, siguen lineamientos demasiado anglosajones.
Pero igual les gusta este tiempo, se apresuran a decir. «Estamos gozosos de ir con el fluir, con lo que está sucediendo. Al inicio mezclamos ritmos de seis octavos con cuatro cuartos. De repente nos sorprendimos tocando cuatro cuartos sin mayor vuelta de tuerca y nos dimos cuenta de que también éramos muy felices haciéndolo.
«Por eso nuestros últimos discos son básicamente rock y pop y no tienen mayor influencia. Hay menos instrumentos locales y esto no quiere decir que ya nos quedemos ahí, simplemente nos encontramos en este lugar y nos sentimos cómodos», detallan.
En 20 años, 20 ciudades, Café Tacvba se encarga de repasar todos los momentos que han vivido y manifiestan esa necesidad de continuar creciendo como creadores.
¿Qué harán en los próximas dos décadas?, es una pregunta que le hacen los periodistas en la capital cubana. «No sabemos qué va pasar más adelante. Sabemos que este año seguiremos tocando», contestan.
Este mes y el que sigue, continúan los festejos por el aniversario cerrado. A finales de 2009 vendrán otras presentaciones y, luego, tomarán un receso, «porque tenemos ya tres años de trabajo continuo y aprendimos que para seguir haciendo cosas, debemos tomar espacio, para regresar con la energía que se merece».
Así dejan en «suspenso» público algunos proyectos que de seguro ya maduran. Son cautelosos, pero igual volverán a sorprender.
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