lunes, 13 de septiembre de 2010

El rostro musical de Moneda dura

Nassiry Lugo entona Candil de nieve. Rapea, se mueve con soltura en el escenario y propone, con frases rápidas, su versión de la canción de Raúl Torres. Su banda lo secunda a golpe de puro pop rock. El teatro Karl Marx colapsa.
Les sucedió en varias ocasiones la noche en que decidió ofrecer el concierto con su grupo, y sobre todo con aquellos sencillos contenidos en su disco Ojalá (EGREM 2002), álbum trovadoresco que los llevara a interpretar temas de Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Amaury Pérez, Gerardo Alfonso y Carlos Varela, entre otros cantautores nacionales.
Moneda dura lo había decidido: despediría la presente cita estival con su música y para ello no escogió una plaza pública y apostó por el reto de actuar en un teatro, donde un convincente juego de luces y una simple y funcional escenografía, también secundó la actuación de la banda.
Pero fue el dinamismo ganado en la escena, que no le permitió perder un minuto entre canciones, uno de los puntos descollantes de la velada, lo cual mantuvo en plena hiperactividad al público, compuesto en su mayoría por adolescentes. 
El concierto también fue un buen momento para ponernos en sintonía con las composiciones actuales del grupo. Dos nuevos temas, Algunas enemigas y Caminos infinitos, conectaron a los presentes con lo que será la próxima producción fonográfica de Moneda Dura.
Pero la agrupación, fundada en la Universidad de La Habana en 1997, no dejó a los espectadores aguardando por los éxitos de su autoría. Así cantaron los románticos Al Sudeste y Sin hablar, el sensible Los ojos de Aitana, el irreverente Mala leche, y los de crítica social Callejero y Lola.
Allí como en Luna Negra, Yo vengo de La Habana y otros tantos, la banda mostró una clara referencia hacia la música criolla, pero en la cuerda del rock alternativo, el pop, el reggae y el funk que tanto defienden.
En lo personal, fueron aproximadamente dos horas que me permitieron rememorar a uno de los grupos que marcó a muchos coetáneos en mi etapa adolescente, aunque confieso que en el Karl Marx había un notable número de personas que ya rebasaba ese período de vida.
El público que fue a escuchar a Moneda Dura, puso en clara evidencia que la propuesta de la banda tiene seguidores. La formación musical dialoga con romanticismo sobre vivencias cotidianas con un leguaje juvenil y es un elemento válido. Más de una década ya le da un rostro dentro de la música que enarbolan.

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