jueves, 15 de octubre de 2009

El Brouwer que devela un Festival en La Habana



Leo Brouwer ha cumplido 70 años. Su música y su persona tienen esa lozanía de cuando era más joven. “Me gusta decir que cumplo 35 dobles”, se le oye decir a Brouwer, un hombre osado que ha tocado la guitarra con un estilo único y se ha sumergido por laberintos de la cinematografía para aportarle su visión sonora a ese arte.
Él siempre ha sido un innovador, un inquieto que a cada momento nos sorprende con algo nuevo salido de su mente, tan veloz y adelantada como la de esos genios que piensan en voz alta lo que para otros parece un imposible.
He conocido a Brouwer y no deja de sorprenderme. Todavía no consigo una entrevista suya, pero sin dudas me han dejado una estupenda impresión sus palabras a propósito del Festival de Música de Cámara que en su nombre se desarrolla en La Habana, los días 16, 17, 23 y 24 de octubre pasado.
El evento es solo un “pretexto”, según Leo, para “celebrar no solo los míos sino muchos de los grandes hitos de la Cultura cubana”. Así quiso que se festejara la obra danzaria del maestro Ramiro Guerra, la literatura de Alejo Carpentier y los aportes del musicólogo Jesús Gómez Cairo. Desea recordar también al compositor Amadeo Roldán, al músico Juan Blanco y a la Orquesta de Cámara de La Habana.
Pero son las composiciones de Brouwer el centro de este encuentro, que trata de imbricarse en otras esferas de la cultural tal y como el autor de Paisaje cubano con rumba ha hecho.
En cuatro conciertos Leo quiere que estén el pianista Chucho Valdés, la flautista Niurka González, el coro de cámara Vocal Leo, el guitarrista argentino Víctor Pellegrini y el director de orquesta español Ciro Perelló, entre otros.
Estrenos hay, es el caso de Elegías martianas -interpretado por Niurka González y María del Henar Navarro-, donde el guitarrista describe la influencia en su música del pensamiento del Héroe Nacional.
“Soy martiano por excelencia, como creo que lo es casi toda la intelectualidad cubana”, sentencia Brouwer en señal de reverencia a quien viera a América como una patria toda.
Otra novedad lo constituye la pieza Paisaje cubano con ritual, para flauta y percusión, donde el artista refleja ese sincretismo que rodea a lo cubano.
Un diagrama de composiciones que pertenecen a su edad temprana también están presente en el Festival de Música Cámara. “Nunca antes me gustaron, ahora me encantan las cosas que hice antaño. Con la edad voy perdiendo rigor”, afirma entre sonrisas sobre sus temas Homenaje a Manuel de Falla y Quinteto para guitarra, obras escritas entre los 17 y los 18 años.
Brouwer se alegra de que el evento reúna al Trío White (el violinista Alfredo Muñoz, Amparo del Riego en el chelo y María Victoria del Collado en el piano), luego de más de 20 años sin tocar juntos. “Se han vuelto a unir e hicieron un integral de mis obras para piano, violín y chelo”, expresó.  
El Festival de Música de Cámara es el homenaje número 40 que se le ofrece al afamado guitarrista cubano. Antes, el 27 de  septiembre último, el Auditorio Nacional de Madrid lo ovacionó. La Sociedad General de Autores y Editores de España (SGAE) también celebró el onomástico con música y ediciones de la obra de Leo. Mientras, Sao Paulo espera para rendirle tributo del 10 al 19 de diciembre venidero, en un evento que dedicará al maestro.
Estoy caminando por la ciudad de la mano de la música de Brouwer, ya dejo de ver a Leo desde las biografías que hablan de su hacer como director del Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC; de sus tantas y tantas piezas escritas para los distintos instrumentos; o de su quehacer como presidente del Festival de Guitarra de La Habana.
Miro al artista y al hombre al mismo tiempo. Será, sin dudas, la entrevista que más busque. Por lo pronto me conformo con disfrutar de ese repaso del repertorio de Brouwer, que al mismo tiempo es un espejo de su propia existencia.
 

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