sábado, 13 de julio de 2013

Una década sin Compay Segundo

Foto: Tomada de Cubarte.
Cada vez que hablo de Compay Segundo, recuerdo aquella versión que hicieran él y Pablo Milanés del célebre Chan chan, cuando esta canción y su autor estaban lejos de recorrer los escenarios del mundo y ganarse una fama merecida. Fue Máximo Francico Repilado una suerte de genio popular donde confluyeron tradición y respeto por los valores musicales de la Isla. 
Aunque no lo conocí personalmente, hecho que lamento sobremanera, disfruto de su invaluable legado junto al Buena Vista Social Club, un proyecto que no solo permitió que el planeta escuchara sus composiciones, también las de muchos autores criollos con una fina y rica mirada sobre la Mayor de las Antillas. Ver a Compay en escena junto al trompetista Guajiro Mirabal, el pianista Rubén González, el bajista Chaíto y tantos otros instrumentistas, sacude a los menos interesados en la música.
Ellos son una puerta plausible para apreciar ese genuino son tradicional cubano, como también sus colegas en el proyecto Omara Portuondo, Ibrahim Ferrer y Eliades Ochoa.
Pero para develarles hoy a ese Compay mistico y esencial, que justamente hace diez años se despidiera de sus seguidores, quisiera hablarles. Repilado fue integrante de la Banda Municipal de su natal Santiago de Cuba -nació en la playa Siboney, a solo unas decenas de kilómetros de la urbe oriental- y con ella tocó en el concierto que inauguró el Capitolio de La Habana en la década de 1920. Otro dato les deslizo a quienes les gusta saber de la historia musical cubana: Francisco coincidió con Miguel Matamoros y Benny Moré en el Conjunto Matamoros, célebre agrupación que llevó internacionalmente la musicalidad de esta tierra.
Muchos también reconocen su paso por el Dúo Los compadres, junto a Lorenzo Hierrezuelo y fue precisamente allí donde se ganó el nombre artístico de Compay Segundo, al hacer la voz segunda del dúo.
Aunque no quiero hacerles una biografía de Segundo sí quiero decir que este excelente clarinetista y creador del armónico, tuvo varias profesiones ya que en las primeras décadas del siglo XX era muy difícil vivir del arte. De ahí que Compay se desempeñó como torcdedor de tabacos y con ello también se adiciona esa popular imagen del gran músico cubano fumando un gran puro.
Carismático y dueño de esa sabiduría que le permitía continuar haciendo la música tradicional una de las cosas que más resaltaban en Compay Segundo, quien hizo un arte auténtico, único, eterno, y que recordamos hoy, a una década de su partida.

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