lunes, 12 de julio de 2010

Las décimas que me encuentro en el Caribe

Los he extranado un montón. Me disculpo por no haberlos puesto al tanto de lo que acontece musicalmente en la Isla. Es que estuve unos días en el Oriente cubano. Dos eventos me mantuvieron en esa zona: la Jornada Cucalambeana de Las Tunas y el Festival del Caribe de Santiago de Cuba. Ambos espacios explotan al máximo la posibilidad de reunir por solo unos días a los exponentes de una cultura que nace de lo popular, de lo más auténtico de nuestro pueblo.
Verlo en ambas ciudades fue gratificante. En las Tunas fue la música campesina y todo lo que la rodea lo más interesante. Ver a poetas y repentistas en una misma construyendo poemas con palabras sabias y al calor de la improvisación, fue estupendo.
A todo ese entramado de tonadas, seguidillas y controversias, le rodearon otras manifestaciones de la campiña cubana, como la danza y la pintura. Desde allí también se describió a la Isla y a ese hálito cultural heredado de los emigrantes españoles, porque la décima, nuestra estrofa nacional,  ha reinado en Las Tunas por más de 40 años en un evento como la Jornada  Cucalambeana.
De Santiago de Cuba conservo las imágenes dejadas por los grupos que cultuvan las tradiciones afrocubanas y las llevan impreganada en la piel de sus integrantes. El multicultural desfile de la Serpiente, una especie de bienvenida popular al Festival Santiaguero, mostró a grupos como la Tumba Francesa de la propia ciudad sede del certamen, y a otras agrupaciones de distintas partes del país que representaron lo que ya tenían escrito en sus genes desde antaño.
Pero corre en Santiago una brisa especial. Es que hasta allí se van cada año representantes de otras culturas y las llevan para crear todo ese mundo real- maravilloso del que tanto nos enamoraramos en los libros del escritor cubano Alejo Carpentier.
Esta vez me place decir que junto a la ya familiar música mexicana, descubrí que más allá del internacional tango, Argentina palpita en la danza folclórica de las distintas regiones que contiene su geográfia; que no son solo los universales colores del carnaval de Río de Janeiro ocupan todo el hacer cultural de esas festividades, como mostrara la delegación de Pernambuco, y que es la música de Curazao un aliciente para elevar el espíritu por su fuerza y su optimismo. 
Han sido 12 buenos días para adentrarse en la raíz de la Isla, en esa que nos moldea como somos. Han sido dos semanas que en las que he escuchado a cantores de pueblo como el repentista cubano Luis (Papillo) Paz y el argentino Emiliano Zerbini, y he visto en sus canciones, la expresión de quienes también están dispuestos a erigir un muro para los que intentan olvidar las esencias, nuestros orígenes.

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