Los he extrañado un montón. No he tenido tiempo de escribir algunas líneas porque he estado todo el tiempo en funciones de trabajo, pero, como siempre, les dejo algunas noticias musicales que en estos días he conocido. Estuve a inicios de mayo en el pueblo donde nací. En esa pintorezca localidad una se encuentra con cosas asombrosas. Esta vez me maravillo escuchar desde el portal de la casa de mi abuela, al Coro Profesional de Camajuaní. Lo dirije la maestra Rebeca Orrivarri, que lleva muchísimo tiempo guiando a la agrupación.
Recuerdo a Rebeca en una de esas tardes en las que la tranquila rutina de mi escuela primaria se trastocaba con algún acontecimiento. Esa ocasión llegó ella para cantar a los pioneros y les confieso que era la primera vez que escuchaba un acople de voces tan perfecto y sin que les hiciera falta instrumento alguno.
En mi visita de mayo, el Coro era invitado por la Iglesia Católica del pueblo para deleitar a los feligreses y, aunque no tengo esa vocación religiosa, me sumé al público. Supe por su directora que la agrupación fue fundada en 1964 y cuenta con más de una docena de cantores, entre ellos algunos fundadores como la propia Rebeca. Su repertorio es amplio y abarca la música cubana y universal.
Ha sido una suerte verlos. Les he prometido al volver conversar con ellos con calma y que me cuenten su historia en la música. Pero desde ahora siento que ha sido agradable el saber que en Cuba hay instituciones musicales que, desde los escenarios de las pequeñas ciudades, hacen arte y colorean la cultura de la Isla.
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