viernes, 29 de mayo de 2009

La Revé, un charangón de siempre



Entrevistar a Elito Revé fue una idea de mi jefe en la redacción cultural de Juventud Rebelde. Su orquesta había obtenido el Premio Cubadisco 2008 en el apartado de música bailable. Conocía de la historia de la agrupación. Sabía de su padre, Elio Revé Matos (1930-1997), creador del Charangón, un grupo que estableció diferencias con sus similares desde la época en que fue creado, en la década del 50.
Revé Matos fue un inovador, utilizó la paila en sustitución de otros instrumentos, e introdujo el changüí en los salones de La Habana hacia mediados del siglo pasado, confirman una búsqueda constante por evolucionar musicalmente sin perder el estilo que lo caracteriza.

Su hijo heredó el lagado del padre. Insistió en mantener eso conceptos, y además, siguió nutriéndose de la sabiduría de los músicos que han formado parte de la orquesta. Recuerdo que el lugar de la entrevista fue en una de las oficinas del diario donde trabajo.

Elito Revé, luego de hablar con Mercedes y Ada Elba —dos de kas trabajadoras de JR y seguidoras de la música de la orquesta—, quienes se adelantaron hacerle una minientrevista, inició la conversación. Me impresionó su orgullo por formar parte de una agrupación que cuenta en su aval con alrededor de 40 discos.

—¿Cuánto de Elio Revé sigue presente en la orquesta?, le pregunto.

—Queda mucho. Por esta orquesta han pasado músicos que actualmente tienen su propia agrupación como Juan Formell, César (Pupi) Pedroso, Juan Carlos Alfonso y Yumurí, entre otros. Mi formación también ha sido aquí. Empecé con apenas 19 años tocando las claves, después fui tecladista y luego pianista.

«La Revé ha tenido varias etapas y con ella han bailado cinco generaciones de cubanos cuanto menos. Pero lo más interesante es que en 2008 la integran muchos jóvenes que han continuando la obra de mi padre. Ellos son graduados de las escuelas de arte, cultivan la música popular bailable y hacen el changüí, un estilo que esta agrupación comenzó a enriquecer desde hace mucho tiempo».

—Hábleme un poco de su formación musical.

—Estudié en el conservatorio Manuel Saumell. Soy pianista, compositor y mi formación práctica fue con la orquesta y con Elio Revé. Me crié en ese mundo. Conocí junto a él, a grandes artistas como Miguelito Cuní, Felix Chapotín y Faustino Oramas, el Guayabero. Mi formación ha sido en esas vertientes, las cuales constituyeron una preparación para asumir la dirección de la agrupación».

—¿Cuánto preserva la agrupación del concepto de orquesta Charanga?

—Hemos tenido diferentes etapas. Primero hubo una en que teníamos violín y no trombón. Eso fue hasta los años 80. Pero hubo otra donde mi papá, quien fue un hombre con muchas inquietudes, introdujo el trombón (en 1982), porque según me dijo: «la agrupación necesitaba un cambio sonoro para el bailador».

«Recuerdo los festivales de charangas que se hacían en la Isla, en los que se invitaba a aquellos conjuntos que tenían violín, flauta, en fin, los de ese formato. La Revé no fue invitada a una de esas ediciones porque según le argumentaron a su director la orquesta tenía trombones. Elio Revé contestó: “Si no somos charanga, entonces somos Charangón”. Y así nos han llamado hasta ahora».

—¿Cree que es un formato pasado de moda?

—El ritmo que tenemos es muy criollo. Fundamentalmente proveniente de Santiago de Cuba y de la tierra del río Guaso, con su técnica, estilo y cadencia ritmática para el bailador. No lo complicamos tanto.

«Nuestra música es muy fácil porque tiene estos elementos. Pienso que en 2008 hay un enriquecimiento musical. Y si se compara, puede verse una evolución hasta hoy, que comenzó con nuestro primer disco, grabado en 1956 con la RCA Víctor y la PANART.

«Cada tres o cuatro años se ve cómo vamos progresando melódicamente, pero sin perder el sello. Usted escucha Fresquecito y está viendo una orquesta de este tiempo. Ahí es donde está lo interesante. Con nosotros bailan tanto muchachos de 18 años como personas de más de 40, porque hemos tenido la peculiaridad de hacer mover a varias generaciones. Y que la juventud nos siga es signo de que les llegamos.

«No es una música complicada, aunque está bien estructurada. Hay texto y trabajamos el estribillo en el lenguaje en que hablan los cubanos. No me gusta lo chabacano. Se trata de: “Uyuyuy qué veo”, “A sancochar boniato”, “Dale agua al dominó”, “Mi salsa tiene sandunga”, o “A mí no me tocan campana”.

«Esas frases las sacamos de lo que decimos, y precisamente es donde está la sátira de la música popular. Primero mostramos la historia en la canción, y después la matizamos con estas oraciones pegajosas de nosotros los cubanos».

—¿No teme que la partida de algunos músicos hacia otros proyectos haya repercutido en el sello de la Revé?

—Quien no puede irse es el director. Nadie se imagina a los Van Van sin Juan Formell, o a Adalberto alejado de su orquesta, Manolito Simonet de su Trabuco o Pupi de Los que son son. Los músicos vienen y van, eso lo ha demostrado la historia. Siempre se han cambiado de agrupaciones. Sucedió con grandes orquestas como la Sensación y Aragón.

«Es algo que siempre va a existir. De nuestro grupo han salido músicos de talento y después han tenido trabajos muy buenos. La evolución musical de las personas no se puede frenar. Sin embargo, el director es quien cuida porque se mantenga el sello característico de los conjuntos.

«El que dirige tiene que saber qué hacer cuando se le va un músico, quién lo va a sustituir y qué temas se van a realizar a partir de ese momento. Lo aprendí de mi padre.

«Conozco exactamente lo que representa y distingue a la Revé. Desde niño convivo con la orquesta y ¿quién me va a hacer un cuento? Su sonoridad está en mi mente y en la bomba mayor, que es el corazón».

—¿Qué objetivos persigue el Festival Nacional del Changüí de Guantánamo, que usted preside, y qué debe perfeccionar para lograr una mayor repercusión en la Isla y fuera de nuestras fronteras?

—El año que viene (2009) será la cuarta edición. Quiero que en la misma se fusione el changüí con otros géneros de la música cubana. El evento se realizará en junio de 2009 y creo que el espacio impulsa a los nuevos valores que cultivan el género para que nunca muera. Guantánamo es una ciudad muy musical, donde se pueden bailar el nengón, el kiribá, la tumba francesa...

«El Instituto Cubano de la Música, el Ministerio de Cultura, y las autoridades gubernamentales y políticas del territorio donde se celebra el Festival, me han dado un buen apoyo. Pero deseamos que se convierta en un evento internacional. De la próxima edición muchos ya se han enterado en el extranjero, sobre todo por la presencia de la orquesta en ciudades como Roma (Italia) y países como Francia.

«Algunos interesados de otras partes del mundo me han preguntado y quiero indagar con las instituciones que coauspician para lograr que participen estas personas seguidoras de la música cubana.

«Definitivamente, este es un festival de pueblo. Evidencia que la raíz del changüí está vigente y que es un género bailado en Guantánamo. ¿Qué quiero lograr entonces? Deseo que se expanda por todo el país y el mundo, pero hay que enseñarlo y por eso existen coloquios. Es un estilo vivo y quiero que la gente sepa cómo se baila. Esa es nuestra tarea».

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