lunes, 23 de noviembre de 2009

A La Habana le cantan siete músicos

El Septeto Habanero, legendaria agrupación cubana fundada en junio de 1920, hace su sitio en la Sociedad Cultural Rosalía de Castro de La Habana, adonde acude a ensayar y cultivar la música tradicional cubana, y desde allí hacer su trinchera de resistencia contra el olvido del género. 
Desde las calles Monte y Egido, la capital cubana es vista entre sones, guarachas, boleros y tradiciones. Un largo recorrido sonoro sitúa al grupo liderado por Felipe Ferrer Caraballo entre los principales en el giro. Tanto es así que desde el 29 de octubre de 1924 (fecha que marca la primera grabación de un son, con el tema La maldita timidez) hasta la actualidad, 85 discos conservan la impronta del Habanero. 
Con casi nueve décadas, esta agrupación asume la interpretación desde la perspectiva de preservar el son, aunque con la capacidad de utilizar elementos que lo conectan a nuestros días. De ahí que muchos disfruten de éxitos como La calle vapor -compuesto por el cantante del grupo, Emilio Moré, y cuyo videoclip ha sido transmitido en el programa televisivo Lucas-, o aplaudan el Premio Cubadisco 1999 en la categoría de música tradicional. 
El Septeto Habanero ha actuado en más de 32 países y ha representado a la Isla en festivales internacionales como el del Son y el Flamenco de Sevilla 1995 (España), la Fiesta de la Música Francia 2000, y el de Jazz Teatro Libre (Bogotá, Colombia), en su edición 18. 
Pedro Ibáñez, quien dirigió por muchos años el Septeto Habanero, destacó el hecho de que la pasada centuria iniciara con el son, y auguró que el siglo XXI también lo haría. El músico, fallecido el 9 de agosto de 2007, dedicó gran parte de su vida al desarrollo de ese estilo musical y mantuvo la esencia sonera desde las propuestas de la agrupación de marras. 
Felipe Ferrer Caraballo, actual director, expresa que el maestro Ibáñez, "no era un director cualquiera, era muy respetado por su destacada labor. Por tanto, asumir tal responsabilidad, a mis 20 años en el grupo, ha sido un orgullo y un riesgo, pues este es un septeto de mucho nombre. 
"No pienso hacer ninguna variante con respecto a lo que tradicionalmente hemos realizado, debido a que tenemos un sistema de trabajo que todos los integrantes conocen, y un sello reconocido nacional e internacionalmente". 
-¿Qué ha hecho el Septeto Habanero para mantenerse en el gusto popular tanto tiempo? 
-Creo que al público amante de lo tradicional le ha gustado mucho lo que hacemos. A veces nos sorprende el éxito que gozamos en determinados países. Contamos con una popularidad muy grande fuera del país, y todo gracias a que preferimos mantener esa vieja tradición sonera. 
"Antiguamente no utilizábamos equipos electrónicos, todo era acústico. Sabemos que hay que evolucionar, pero sin perder la esencia y el timbre del género. Asimismo, incorporamos números de compositores nuevos a nuestra discografía para insuflar aires frescos". 

PENSAR EL SON  
El célebre Miguel Matamoros sentenció en una de sus canciones, que el son cubano podía gestarse desde las lomas o los llanos de la Isla. El género ha sido desarrollado en todas partes de la nación como un fenómeno genuino y endémico. Tríos, sextetos, septetos y orquestas de gran formato han sustentado esa tradición. 
"El secreto parte de contar con un repertorio adecuado a los momentos actuales, que no desdeña aquella distinción de antaño", afirma Jaime Gracian, representante y autor de varios temas de la agrupación. 
Asegura Gracian que un son del año 1920 no puede tener arreglos como los de entonces, "porque son otras las influencias. Lo importante es que reconozcan nuestra sonoridad. Cuando presentamos una pieza, nos gusta que el público diga: Ese es el Septeto Habanero. Y eso pasa al cantar A la loma de Belén, Cómo está Miguel, Tres lindas cubanas, Papá Montero y Elena la cumbanchera, entre otros". 
Para los integrantes del Septeto, es imprescindible mantener el sello costumbrista del grupo. Autores como el fallecido Pedro Ibáñez, Emilio Moré y Ernesto González Pardo, tratan de no romper con tal principio. Gracian apunta que un cancionero tan extenso debe tener un concepto fresco y ubicado en el presente. 
"Pese a que los medios audiovisuales no difundan este tipo de música, el Septeto ha sido una de las excepciones. En el último play off de béisbol, en el choque entre Industriales y Sancti Spíritus, por ejemplo, se utilizó en los cambios de las entradas nuestro tema La calle Vapor", señala. 
Así lo confirma también Felipe Ferrer Caraballo. Para él la música tradicional requiere de una frecuencia sistemática en los medios y con ello garantizar que no pierda terreno frente a otros ritmos más contemporáneos. 
"No vamos a echarle la culpa a los jóvenes cubanos de no escucharnos. Si no lo hacen, es porque no pueden seleccionarnos. Si omitimos algunas de las raíces de la música cubana, perdemos mucho y nos costaría retomarlas. 
"Sería aconsejable abrir más espacios de presentación para estas agrupaciones, con participación en un número mayor de peñas, en centros de trabajo o estudio. De ese modo la situación sería distinta".

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